domingo, 31 de mayo de 2009

Volver a caminar


Hace unos 8 años tuve una caída, me caí en la regadera mientras me bañaba. Para cualquier persona este puede ser un accidente común pero a mí ese accidente me cambió la vida.
Luego de ello empezé a resentir dolor en la cintura y espalda baja. Me dijeron en aquel tiempo que por el golpe se me movieron de lugar dos vértebras, la quinta y sexta y conforme pasó el tiempo y fui subiendo de peso se me desarrollaron un par de hernias de disco con las que vivo y sufro desde hace 5 años.
Un día salí de casa de mi madre, iba a una consulta ordinaria al IMSS cuando al bajar un pequeño escalón sentí una especie de tirón en mi espalda, solo me detuve unos segundos y luego seguí caminando.
Subí a mi coche y me fui a mi consulta por otra situación, llegué allá y se juntó la mala suerte pues en la clínica el elevador estaba descompuesto, así que tuve que subir con mis entonces 145 kilos por las escaleras hasta llegar al tercer piso.
Cuando llegué arriba ya el dolor de mi espalda empezaba a tornarse bastante agudo.
Entré a mi consulta y al salir de ahí terminé desmayada en la escalera, ahí en un descanso, el dolor pudo más que yo.
Desperté minutos después desperté en el área de Urgencias, yo iba sola y no sabía que pasaba, no tengo idea de como y cuántas personas me cargaron para llegar ahí.
Lo terrible fue cuando me quise poner de pie... fue imposible... no sentía las piernas.
Tenía un dolor espantoso en mi cintura y cuando me tocaban las piernas y los dedos de los pies no los sentía, me pincharon con agujas y nada, no había sensibilidad.
Yo solo sentía una especie de choque eléctrico que me entraba por el dedo mayor del pie izquierdo y me salía como "chicotazo" por la espalda.
Era un dolor del nervio ciático según me explicaron, se inflamaron los cartílagos que se supone sirven como amortiguadores entre las vértebras y al hacerlo empezaron a rozar los nervios ciáticos y ahí fue donde surgió el dolor más fuerte que he pasado en mi vida.
Tanto el accidente inicial, como las hernias fueron provocadas por mi obesidad.
Es terrible reconocerlo pero es una verdadera pesadilla vivirlo.
Ese día que yo iba solo a una consulta se convirtió en cinco semanas de cama, primero hospitalizada y luego en casa, cuidada por mi familia.
Me sentía tan mal, era una pesadilla no poder caminar, que me tuvieran que bañar en la cama, dormir en cama super dura.
Esos fueron unos de los días más tristes de mi vida, más angustiantes.
Me rondaba una y otra vez por la cabeza la idea de que me había quedado paralítica y no me lo querían decir.
La realidad era esa, yo no podía ponerme de pie porque no sentía las piernas y solo sedada se me quitaba el terrible dolor.
Una noche me soñé en silla de ruedas y desperté llorando histérica y juré que no iba a quedarme así.
Al día siguiente inicié con terapias y pasado el tiempo pude poco a poco ponerme de pie y volver a caminar.
Me prohibieron varias cosas de por vida, al menos mientras tenga las hernias en la espalda... cosas como barrer, trapear, estar mucho tiempo de pie... subir escaleras.
Se supone que eso es lo que tengo prohibido.
Cuando me ocurrió todo esto yo no estaba trabajando, me acababan de despedir de una empresa y ésto aunado a mi problema de salud me creó una gran depresión.
Pasé casi 4 meses tratando de salir adelante, cuando me sentí mejor vi un anuncio de empleo de un trabajo y salí a buscarlo.
No le dije a nadie, aproveché que estaba sola, tomé mi coche y salí de la casa luego de meses sin sentir ni el sol.
Fui al lugar con mi solicitud en mano... iba completamente decidida.
Llegué, abrí la puerta, hablé con la recepcionista y me dijo... "Sí, aquí es... suba por favor al tercer piso".
¡Casi me voy de espaldas cuando me señaló la escalera!
Sentí muchas ganas de llorar y me alejé un poco, estuve ahí varios minutos, necesitaba mucho el empleo, demostrarme a mi mísma que podía rehacer mi vida y decidí intentarlo.
Subí el primer escalón y casi oía a gritos la voz del doctor... "tienes prohibido subir escaleras"... segundo escalón... oí la voz de mamá diciéndome... "te vas a lastimar"...
Para cuando acordé ya había llegado al primer piso, sí... había dolor.
Pero decidí seguir... no podía vencerme tan rápido.
Descansé un momento y llegué al segundo y finalmente al tercero.
Para entonces el dolor empezaba a agudizarse y sudé frio. Obviamente mi respiración estaba muy agitada y no pude evitar que se me salieran las lágrimas.
Quise en ese momento bajar y largarme a casa. Me sentí derrotada.
Pero en eso salió una joven que preguntó sobre mi y le di mi solicitud.
Ella me preguntó si me sentía mal y me ofreció una silla. Yo la acepté muy agradecida.
Me dio mucha verguenza que me viera en esas condiciones... me sentí tan vulnerable.
A grandes rasgos le expliqué que me pasaba y ella revisó mi solicitud y me dijo...
eres buena candidata pero piénsalo bien, porque aquí tendrás que subir diario estos pisos, no hay elevador.
Después de la entrevista bajé igual con mucha dificultad y me fui a mi carro y ahí en el estacionamiento lloré, lloré y lloré.
Me sentía tan inutil... tan deprimida, tan inservible.
Finalmente me fui a casa. Tres días después me habló aquella joven y me dijo... ya revisamos tu solicitud y eres la persona más calificada para el puesto, pero qué pensaste sobre las escaleras... ¿crees que puedas trabajar así?
Yo le pedí que me dejara intentarlo. Tomé el empleo y las primeras semanas fue aterrador, llegar cada mañana y enfrentar el reto de subir. Me tardaba casi media hora en subir, tenía que llegar con mucha anticipación.
Tenía que usar una horrible, incómoda y calurosa faja llena de varillas.
Subir la escalera era una tortura... pero permanecer sentada o salir a la calle y caminar era un verdadero martirio.
Sin embargo no me vencí. Mi familia no sabía que había escaleras. Creían que tenía un trabajo como telefonista, sin riesgos.
El día que supieron me regañaron... pero ya había pasado un mes y cada día me tardaba menos en la escalera.
Hoy día aún tengo mis hernias, aún sufro al subir una escalera.
Pero estoy convencida de que si en aquella ocasión yo me hubiera dejado vencer sin intentarlo, hoy día tal vez ni siquiera caminaría.
Aquella vez con mucho dolor y miedo... decidí dar un paso, luego otro y así hasta que un día volví la vista y vi mis huellas... comprobé que sí podría caminar a pesar de todo.
Luego de esa lesión la inactividad y falta de ejercicio por las mismas limitantes me hicieron llegar a pesar 175 kilos...
Hoy día peso ya 156 y estoy dando otro nuevo paso en mi vida, con dolor y miedo cada vez me acerco más a la fecha de mi cirugía.
Se que no será fácil.. pero se que también un día volveré la vista atrás y sabré que a pesar del dolor... valió la pena.

anapaty74@hotmail.com

2 comentarios:

  1. Pero mira, la obedidad causa puros destrozos en nuestro cuerpo, pero tambien nos hace más perseverantes en muchos aspectos.
    No te desanimes Paty, ya te queda muy poco para entrar a quirofano y ahi mismo en ese minuto que te pongan la anestesia te despediras con gratitud de ese cuerpo que ya no lo necesitas mas. Ahora ya estas lista para la nueva Paty, la sana, la Paty más agil, la que siepre ha estado esperando salir. Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  2. ahora te lo digo: vale la pena, sigo batallando pero es normal... a casi 1 mes de mi cirugia, llevo casi 20 kilos.... vamos adelante, pero hacen falta sacrificios.

    Saludos!

    ResponderEliminar